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El CBAM y su impacto en el mercado español del aluminio

Introducción

El Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (CBAM, por sus siglas en inglés) representa una de las herramientas más ambiciosas de la Unión Europea para avanzar en su agenda climática. Su objetivo es evitar la llamada “fuga de carbono”: que las industrias europeas, sometidas a estrictas normas ambientales, pierdan competitividad frente a países con regulaciones más laxas. Para lograrlo, el CBAM impone a las importaciones el mismo coste de carbono que afrontan las empresas europeas bajo el sistema de comercio de emisiones (EU ETS).

Sin embargo, la aplicación práctica de este mecanismo plantea efectos colaterales significativos, especialmente en países como España, cuya industria del aluminio depende en gran medida de la importación de materia prima y del reciclaje. Aunque la intención ambiental es loable, el diseño actual del CBAM podría generar distorsiones profundas en el mercado nacional y europeo.

¿Qué es el CBAM?

El CBAM fue regulado mediante el Reglamento (UE) 2023/956 y comenzará a aplicarse plenamente en 2026, tras un periodo transitorio de reporte de emisiones. Afectará inicialmente a los sectores del aluminio, acero, cemento y fertilizantes, con previsión de ampliarse a otros productos industriales en los próximos años.

Su funcionamiento se basa en un principio sencillo: las empresas que importen productos de países con estándares climáticos inferiores deberán comprar “certificados de carbono” equivalentes al precio de las emisiones dentro del mercado europeo. En la práctica, esto se traduce en un impuesto indirecto sobre las importaciones, calculado según la huella de carbono del producto.

El precio del certificado estará vinculado al del CO₂ en el sistema europeo de comercio de emisiones (EU ETS), que es volátil y puede fluctuar de forma significativa. Esta dependencia introduce una elevada incertidumbre para las empresas europeas, que deberán asumir costes variables y difíciles de prever.

El aluminio en España: un sector estratégico

España es el tercer productor europeo de aluminio transformado, con más de 1,3 millones de toneladas anuales y cerca de 400 pequeñas y medianas empresas activas. La industria genera más de 17.000 empleos cualificados y contribuye de manera decisiva a la cohesión territorial, ya que sus centros de producción están distribuidos por todo el país.

El aluminio es un material esencial para la transición energética, la movilidad eléctrica, la construcción sostenible y la economía circular. Además, es infinitamente reciclable: el 75 % del aluminio producido en la historia sigue en uso. Su reciclaje reduce hasta un 94 % las emisiones de CO₂ respecto a la producción primaria, lo que convierte al sector en un pilar de la descarbonización industrial europea.

Sin embargo, tras el cierre de plantas como ALCOA San Ciprián, España ha perdido parte de su autonomía estratégica y depende crecientemente de importaciones de aluminio primario. A ello se suma la reciente prohibición europea del aluminio ruso, que entrará en vigor en 2026 y eliminará una fuente clave de suministro.

Consecuencias del CBAM para el mercado español

  • 1. Sobrecoste y pérdida de competitividad

El CBAM obliga a los importadores de aluminio —la mayoría de ellos transformadores españoles— a adquirir certificados de carbono, lo que incrementará los costes de producción. Según estimaciones del sector, el impacto podría alcanzar entre 10.000 y 11.000 millones de euros anuales para las industrias europeas transformadoras.

Dado que España importa gran parte del aluminio que transforma, el país se verá especialmente afectado. El aumento de costes reducirá la competitividad frente a países extracomunitarios, que seguirán produciendo sin estas cargas, y podría derivar en cierres de empresas o deslocalización de actividades.

  • 2. Distorsión del mercado y efectos contrarios al objetivo climático

Aunque el CBAM busca reducir emisiones, su diseño actual podría tener el efecto contrario. Al encarecer el aluminio reciclado —que es ambientalmente eficiente— junto con el primario, se penaliza a los productores más sostenibles. Además, el aumento de precios podría favorecer el uso de materiales sustitutivos más contaminantes, como el acero o el plástico, generando una “fuga de carbono inversa”.

  • 3. Carga administrativa desproporcionada

El mecanismo exige una trazabilidad detallada de las emisiones incorporadas en cada producto, lo que resulta especialmente complejo para las pymes del sector. La Comisión Europea ha intentado simplificarlo mediante el paquete Ómnibus I (COM(2025) 87), que introduce un umbral de exención de 50 toneladas anuales. Sin embargo, este límite es inoperante para el aluminio, un sector que trabaja con grandes volúmenes y cadenas internacionales.

  • 4. Riesgos estructurales y de abastecimiento

La combinación de restricciones al aluminio ruso, tensiones logísticas en el canal de Suez y volatilidad del precio del carbono configura una tormenta perfecta para la industria española. La dependencia de terceros países —como Turquía, que actúa como reexportador de aluminio ruso— aumenta el riesgo de distorsiones comerciales y dificulta el cumplimiento real de los objetivos medioambientales del CBAM.

Propuestas del sector y posición española

La Asociación Española del Aluminio (AEA) comparte los objetivos de sostenibilidad y neutralidad climática del CBAM, pero advierte que su aplicación actual es inviable para una industria transformadora y circular como la española. Entre sus principales propuestas destacan:

  • 1. Exención temporal del aluminio hasta la realización de un estudio técnico específico que evalúe su impacto real en el sector.
  • 2. Definición diferenciada para sectores intensamente transformadores, considerando trazabilidad, contenido reciclado y emisiones reales.
  • 3. Revisión del umbral de 50 toneladas, que no se ajusta a la realidad operativa del aluminio.
  • 4. Coordinación institucional española para defender en la UE una posición firme que proteja un sector estratégico en empleo, sostenibilidad y autonomía industrial.

Estas medidas buscan equilibrar el compromiso climático europeo con la necesidad de preservar la competitividad y la capacidad productiva nacional.

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Conclusión

El CBAM simboliza la voluntad de Europa de liderar la lucha contra el cambio climático desde el rigor económico. No obstante, su aplicación indiscriminada puede tener consecuencias no deseadas sobre industrias clave como la del aluminio, especialmente en países como España, donde el tejido productivo depende del reciclaje y de las importaciones de baja huella de carbono.

El reto no es elegir entre sostenibilidad o competitividad, sino diseñar políticas que integren ambas dimensiones. España tiene la oportunidad —y la responsabilidad— de liderar este debate dentro de la Unión Europea, promoviendo un CBAM que proteja el clima sin sacrificar la industria.